Desde el principio, el partido no fué partido. En el minuto uno, con Sarabia y compañía como locutores del plus, tuve que cambiar el audio...¿Por qué? Por una entrada a matar de Luis García a Puyol que a la vista de estos perturbados era una "demostración de lo que tiene que hacer el Español"....y añadian "hace falta intensidad y fuerza...no le queda otra al Español".
Ya desde que se pitó el inicio, empezaron los comentarios sobre "lo que debe hacer el español para vencer a los culés". Y se comenzaba a adivinar que existia una gran conjura nacional, desde el equipo local, árbitros, asistentes y medios de comunicación.
Estábamos asistiendo a una barbaridad de encuentro, con una patada brutal, un codazo o una tarascada en plena cara por cada 20 segundos de juego. Los locutores no veían lo mismo. Por no ver, ni siquiera nombraron el objeto que le arrojaron a Messi y que le acertó a dar. La cámara lo repetía mientras ellos hablaban de otras cosas. Bueno, al menos eso lo repitieron, no como alguna mano, fuera de juego y algún penalti que otro a favor del Barcelona (todavía estoy esperando las repeticiones).
Los locales jugaron el partido más sanguinario que hemos visto en liga en mucho tiempo. Y recordemos que si se le juega un poco fuerte al Madrid se condena en todos los medios, pero aqui decían en los últimos segundos: "Hay que premiar al español por el partido que ha hecho". ¿Partido? Mejor dicho patadas.
Cortando con golpes y zaradeos cualquier arrancada, con la complicidad del ladrón de turno y sus acompañantes de banda. Así no hay Barcelona ni la madre que los parió que pueda ganar un partido.
Alves cometió la torpeza de expulsarse cuando más lo necesitaba su equipo...y aunque no valga de excusa ( o si) la primera amarilla no fué merecida. Pero ya se sabe, Alves,...estás en el Barcelona, y debes contar con ese factor.
En definitiva, los pericones aprovecharon la impunidad del arbitraje para desplegar un recital de agresiones. No había juego, triangulaciones ni posibilidad de enlazar pases porque los jugadores iban cayendo con o sin balón. Una verguenza que solo en el extranjero valoran los ojos imparciales.
Nota: Observen que denominé a los españolistas pericones, para cederos el placer de la rima.Ya desde que se pitó el inicio, empezaron los comentarios sobre "lo que debe hacer el español para vencer a los culés". Y se comenzaba a adivinar que existia una gran conjura nacional, desde el equipo local, árbitros, asistentes y medios de comunicación.
Estábamos asistiendo a una barbaridad de encuentro, con una patada brutal, un codazo o una tarascada en plena cara por cada 20 segundos de juego. Los locutores no veían lo mismo. Por no ver, ni siquiera nombraron el objeto que le arrojaron a Messi y que le acertó a dar. La cámara lo repetía mientras ellos hablaban de otras cosas. Bueno, al menos eso lo repitieron, no como alguna mano, fuera de juego y algún penalti que otro a favor del Barcelona (todavía estoy esperando las repeticiones).
Los locales jugaron el partido más sanguinario que hemos visto en liga en mucho tiempo. Y recordemos que si se le juega un poco fuerte al Madrid se condena en todos los medios, pero aqui decían en los últimos segundos: "Hay que premiar al español por el partido que ha hecho". ¿Partido? Mejor dicho patadas.
Cortando con golpes y zaradeos cualquier arrancada, con la complicidad del ladrón de turno y sus acompañantes de banda. Así no hay Barcelona ni la madre que los parió que pueda ganar un partido.
Alves cometió la torpeza de expulsarse cuando más lo necesitaba su equipo...y aunque no valga de excusa ( o si) la primera amarilla no fué merecida. Pero ya se sabe, Alves,...estás en el Barcelona, y debes contar con ese factor.
En definitiva, los pericones aprovecharon la impunidad del arbitraje para desplegar un recital de agresiones. No había juego, triangulaciones ni posibilidad de enlazar pases porque los jugadores iban cayendo con o sin balón. Una verguenza que solo en el extranjero valoran los ojos imparciales.
No se ha visto en España equipo más fascista y asqueroso tras las lindes blancas, capaz del insulto racista, de vociferar cánticos repugnantes durante todo el encuentro, y de mostrarnos un empeño colosal por darle a su equipo progenitor dos puntos.
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