Os lo resumo con un símil. Un tío se compra un pitbull, lo alimenta para que vaya creciendo, lo educa para que ataque a cualquier persona que se tropiece y caiga al suelo en la calle. Lo convierte en una maquinaria criminal y frustrada, con capacidad de aniquilar, sin escrúpulos ni conflictos éticos, eficiente a la hora de destrozar al resto de personas. Pero algún que otro día su dueño, como persona con dos piernas que es, se tropieza y cae también al suelo. El animal se le revuelve. El perro ha sido instruido como instrumento de ataque despiadado, con capacidad para avalanzarse a pesar de no haber recibido la orden. Incluso contra la mano que lo alimenta.
Eso le ocurre a Floreone con los medios. Su instrumento desestabilizador tiene tanto poder y ha sido tan engordado, que cuando algo falla y se frustra, se siente con derecho a disponer e intervenir del mismo modo que lo hizo para machacar a los rivales cuando le interesaba al Madrid. Se trata de hooligans que se van a la cama enfurecidos, contagiados por la prepotencia que les ha ido creciendo dentro, a medida que se vieron con poder para intervenir y sabotear a los demás. Poco a poco se creen, en el fondo, dueños del Madrid. Atizan a su amo. Y esto que os explico aquí, es tan cierto como vergonzoso, de modo que la propia prensa y el mismo Floreone lo ocultan con el término "autocrítica y exigencia", dos términos que parecen más aceptables en nuestra sociedad competitiva y de éxito. "Nosotros somos autocríticos, nosotros no somos como otros" dicen, y se quedan tan panchos.
Eso le ocurre a Floreone con los medios. Su instrumento desestabilizador tiene tanto poder y ha sido tan engordado, que cuando algo falla y se frustra, se siente con derecho a disponer e intervenir del mismo modo que lo hizo para machacar a los rivales cuando le interesaba al Madrid. Se trata de hooligans que se van a la cama enfurecidos, contagiados por la prepotencia que les ha ido creciendo dentro, a medida que se vieron con poder para intervenir y sabotear a los demás. Poco a poco se creen, en el fondo, dueños del Madrid. Atizan a su amo. Y esto que os explico aquí, es tan cierto como vergonzoso, de modo que la propia prensa y el mismo Floreone lo ocultan con el término "autocrítica y exigencia", dos términos que parecen más aceptables en nuestra sociedad competitiva y de éxito. "Nosotros somos autocríticos, nosotros no somos como otros" dicen, y se quedan tan panchos.
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